Reparadores

Mujeres en la reparación: Rosie la remachadora

Todos hemos visto a Rosie la Remachadora: mono azul, pañuelo rojo de lunares, bíceps en llamas. Rosie es un icono cultural, utilizado para movilizar a las mujeres en la fabricación durante la Segunda Guerra Mundial. Pero sesenta años después de que Rosie ayudara a reclutar a 3 millones de mujeres en las fábricas de guerra de todo Estados Unidos, muchas mujeres parecen seguir siendo reacias a tomar la remachadora.

Rosie the Riveter for repair

Las mujeres representan más de la mitad de la población. Entonces, ¿por qué no hay más mujeres reparando? Las mujeres están infrarrepresentadas en muchos campos, especialmente en los técnicos. En 1997, las mujeres obtuvieron sólo el 33.8% de los títulos en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM). En 2007, esa cifra había descendido al 27.5%. Como mujer en CTIM, he pensado mucho en lo que impide a las mujeres unirse a nuestras filas. Quizá las mujeres no cambien sus discos duros por la misma razón por la que no suelen cambiar un neumático: falta de confianza.

Según la profesora de CTIM Joanne McGrath Cohoon:

Siguen apareciendo pruebas de que las mujeres capaces en campos técnicos tienen menos confianza que los hombres. Los jnvestigadores de la Universidad de Stanford han publicado recientemente nuevas conclusiones según las cuales las mujeres que estudian ingeniería obtienen tan buenos resultados como los hombres, pero es más probable que cambien de carrera. Estas mujeres cambian porque no creen que sus habilidades sean lo suficientemente buenas y no sienten que “encajen” en la ingeniería.

Las mujeres se enfrentan a un estigma en los campos técnicos porque, como señala Cohoon, “la mayoría de la gente asume que los hombres son mejores que las mujeres en cosas técnicas”. El estudio reveló un estereotipo aún más fuerte en las carreras no informáticas: “Los hombres que no son estudiantes de informática tienen más confianza en sus habilidades informáticas que las mujeres que sí lo son. Este hallazgo muestra que los estudiantes creen que ser hombre otorga más habilidades informáticas que estudiar informática”.

Los estereotipos no son un barómetro preciso de la verdad. Las mujeres tienen las habilidades y los recursos para reparar; sólo tenemos que darles la confianza para que ejerciten sus músculos de reparación, como Rosie. Queremos que nuestras guías sean tan claras “que tu abuela podría hacer la reparación”. Aunque esta afirmación es descaradamente sexista (conocemos al menos a una abuela que podría superar con creces a la mayoría de la gente), la verdadera pregunta es: ¿tendrían la mayoría de las abuelas la confianza necesaria para siquiera intentarlo?

El simple hecho de dar a las mujeres la oportunidad de reparar es el primer paso para cerrar la brecha de confianza. Las mujeres deben tener la oportunidad de construir, arreglar y fabricar en las aulas, en el trabajo y en el hogar. Y cuanto más jóvenes empiecen, mejor. No hay razón para que una caja de herramientas sea un juguete sólo para niños. Hemos ayudado a muchas niñas a arreglar aparatos electrónicos. Una vez que empiezan, las niñas se aficionan a la reparación con la misma rapidez que los niños. También tenemos que dar a las mujeres una oportunidad justa, lo que significa una oportunidad justa de fracasar sin ser juzgadas. Reconocer que estos juicios se basan en una falsa percepción, no en hechos, es la mejor manera de acabar con el estereotipo. 

Toda mujer debe saber que puede arreglar el mundo. Hay que animarla y capacitarla para que sea audaz, sin miedo a tomar una palanca y desmontar sus aparatos. Nuestra misión es dar a cada persona el poder, la autoridad y los conocimientos necesarios para reparar las cosas que posee. Pero, hasta que las mujeres no se incorporen a las filas de la reparación, sólo podemos esperar un éxito a medias. Eso no es suficiente.

No podemos ver a Rosie sólo como un símbolo de una época pasada. Por el contrario, debemos verla como una reparadora muy moderna de la equidad de género y de los artículos de consumo. El mensaje de Rosie es de confianza y empoderamiento, el mismo mensaje que las mujeres de hoy necesitan escuchar sobre la reparación: “¡Podemos hacerlo!”

Este artículo fue escrito originalmente por Brittany McCrigler y traducido por Mariana Roca.